Escucharte no es fácil, sobre todo cuando llevas tiempo evitando lo que sientes
Muchas veces vivimos desde fuera: respondiendo a lo que se espera, apagando emociones o llenando el día de cosas que nos distraen. Pero hay momentos en los que el cuerpo, el ánimo o simplemente el cansancio te avisan de que algo dentro de ti necesita atención.
El silencio como primer paso
Escucharte empieza con parar. Y no me refiero solo a dejar de hacer cosas, sino a darte permiso para quedarte contigo. A veces, el silencio incomoda porque saca todo lo que has evitado. Pero si aprendes a sostenerlo, se convierte en un espacio donde empieza la claridad. Cinco minutos al día en silencio ya son un buen comienzo.
Detecta cómo hablas contigo
La forma en que te hablas dice mucho de cómo te escuchas. Si cada vez que sientes algo te juzgas o te exiges, es difícil confiar en tu intuición o comprender lo que necesitas. Observa qué te dices cuando algo no va bien. ¿Te cuidas o te castigas? Cambiar ese tono interior es clave para conectar contigo.
Tu cuerpo también habla
No todo lo que sientes pasa por la mente. El cuerpo guarda emociones que no se dicen y sensaciones que no sabes nombrar. Presta atención a las tensiones, al cansancio, a las ganas de llorar sin razón. Todo eso también es parte de ti hablando. Escuchar el cuerpo es reconocer que lo emocional también se expresa sin palabras.
Pequeños gestos, grandes cambios
Escucharte de verdad no es algo que logras en un día. Es una práctica. Puedes empezar con un paseo sin móvil, escribir lo que sientes sin filtros o simplemente preguntarte cada mañana “¿cómo estoy?”. No hace falta tener todas las respuestas. Basta con estar dispuesto a escucharlas cuando lleguen.